Hace cien años se llevó a cabo una de las protestas pacíficas de mayor
impacto en los Estados Unidos, fueron miles de mujeres que por más de seis
meses salieron de manera organizada a concentrarse diariamente frente a la Casa
Blanca. Unas mujeres valientes que exigían al Presidente Thomas Wilson el
derecho a votar. Solamente un año más tarde,
después de cambiar de postura el Presidente, el Congreso Estadounidense discutió
y posteriormente aprobó la enmienda 19 a la Constitución, que prohíbe la
discriminación de voto por razón de sexo.
En 1930, Mahatma Gandhi inició en la India una caminata de 390
kilómetros para protestar en contra el Imperio Británico. Este acto, conocido
como la marcha de la sal, duró 23 días donde miles de jóvenes y demás
ciudadanos se unieron de manera pacífica. Fue el comienzo de una larga lucha de
17 años para que la India obtuviera su independencia.
En Sudamérica se han presentado movimientos similares en las últimas
dos décadas. Para destacar, ciudadanos de Venezuela, Ecuador, Brasil y Colombia
han salido a las calles a protestar en contra de gobiernos, leyes, violencia o
grupos terroristas. Tanto en Ecuador como Brasil las protestas que han llevado
a la caída de presidentes. En Venezuela, millones han salido, en repetidas
ocasiones, a marchar en contra de la dictadura del nefasto Socialismo del Siglo
XXI; marchas que incluso el régimen ha utilizado para llevar a la cárcel a
quienes promueven pacíficamente la manifestación en la calle en contra de la
dictadura. Un bravo pueblo venezolano que tiene como lema “el que se cansa, pierde”.
Colombia por su parte, marchó en contra del grupo narcoterrorista de
las Farc el 4 de febrero de 2008, una marcha sin precedentes en la historia de
Colombia que hoy recordamos con patriotismo miles de ciudadanos que nunca nos
doblegamos ante el terrorismo sanguinario de las Farc. También marchamos el 2
de abril de 2016 en contra de las negociaciones entre el gobierno de Juan
Manuel Santos y los terroristas de las Farc. Y el pasado 1 de abril marchamos
porque teníamos mil razones más para marchar por Colombia y salvar nuestra
democracia.
El mundo de hoy exige más que un discurso, una actitud; es por ello
que los ciudadanos nos debemos unir para defender la democracia, las
libertades, los derechos humanos, rechazar el abuso de gobernantes, y ondear la
bandera de nuestros países para que se mantenga el Estado de Derecho, el
respeto a la justicia y lograr una paz real.
Publicado en El Heraldo de España - Abril 1, 2017
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