Defensores de la democracia, la libertad, los
Derechos Humanos y la paz, se han unido para exigir en Venezuela un cambio
inmediato y salir del régimen nefasto del Socialismo del Siglo XXI que
representa hoy Nicolas Maduro. Incluso, muchos colombianos hemos elevado
nuestra voz para que se aplique la Carta Democrática de la Organización de
Estados Americanos y no se siga
violentando en contra de los ciudadanos que pacíficamente están en las calles protestando.
Pero la crisis venezolana, que cada día nos
aterroriza más, tiene un ingrediente que genera mucha preocupación a los
colombianos, y es la similitud de los problemas.
Y no es para menos, es claro que el gran
aliado de la región de las Farc es Nicolas Maduro, quien además de albergarlos
desde hace años cuando eran buscados por nuestras Fuerzas Militares para
capturarlos, hoy en día son los principales aliados políticos armados del
régimen venezolano en Colombia. Incluso, la ayuda trasciende al nivel económico
con los ya bien conocidos nexos de tráfico de drogas entre las Farc y militares
de alto rango en Venezuela. Esas Farc que hoy reciben indulto y tratamiento
especial por el gobierno de Juan Manuel Santos.
Venezuela tiene hoy a su máximo dirigente
preso injustamente, Leopoldo López es un perseguido de manera infame por el
régimen de Maduro. Además, hay cientos de opositores encarcelados, con juicios
e inhabilitados. Igualmente pasa en Colombia, donde el aparato judicial es
utilizado por el gobierno de turno para perseguir a la oposición democrática
encabezada por el expresidente Álvaro Uribe, y judicializando de manera infame
a los contradictores más importantes como Óscar Iván Zuluaga, Andrés Felipe
Arias, Luis Alfredo Ramos, entre otros.
El régimen venezolano cierra canales de televisión,
censura la prensa que cuestiona las acciones del gobierno, amordaza periodistas
que valientemente comunican la realidad de Venezuela. Por otro lado, Juan
Manuel Santos abiertamente culpa a los medios de comunicación por el pesimismo
que los colombianos tienen hoy con el futuro de su país; incluso pide a los
empresarios que hablen con los medios de comunicación para que moderen lo que
comunican a los ciudadanos.
La crisis económica en Venezuela se debe a la
falta de inversión privada, tanto nacional como extranjera. En Colombia los
indicadores son alarmantes, la inversión ha caído dramáticamente empezando a
generar una preocupación generalizada en temas económicos.
Finalmente, el debilitamiento de la
institucionalidad en Venezuela es evidente, sus instituciones son controladas
en su totalidad por el ejecutivo, generando claramente un golpe democrático a
quienes con su voto han exigido un nuevo liderazgo. El ejemplo más claro es el
desconocimiento a la Asamblea Nacional, la cual fue disuelta de manera abrupta,
dando un golpe de estado. Colombia, no está alejado de un problema similar. El
presidente Santos, desconoció de manera descarada e ilegal el resultado del
plebiscito del pasado 2 de octubre de 2016. El hecho evidencia la clara
intención de desconocer la voluntad del pueblo e imponer a como dé lugar los
intereses del mandatario que hoy tiene un respaldo popular similar o quizás más
bajo que del dictador Nicolas Maduro.
Pero, hay una similitud entre Venezuela y
Colombia que se debe resaltar. Es la voluntad del pueblo para salir a la calle
a exigir un cambio inmediato de gobierno. El pueblo colombiano marchó de manera
exitosa el 1 de abril, mientras que el venezolano se concentró durante varios
días del mes de abril, pero especialmente tuvo una multitudinaria marcha el día
19, donde exigió la renuncia de Maduro y un llamado a nuevas elecciones.
Colombia y Venezuela son países hermanos,
comparten costumbres y tradiciones, pero hoy también comparten el desafío de
defender la democracia y la libertad que está siendo violentada por los
presidentes ilegítimos de cada nación. La única forma de lograr el cambio es mantenernos
unidos, protestar de manera pacífica y presentarle a nuestros connacionales una
propuesta de cambio para lograr una Venezuela y una Colombia distinta.
Publicado en El Heraldo de España - Mayo 1, 2017
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