Un espacio donde se discutirá sobre temas políticos Colombianos e internacionales, buscando mas participación ciudadana y crear conciencia para un mejor futuro.

viernes, 2 de junio de 2017

Diplomacia que Agoniza

Las relaciones diplomáticas de los estados latinoamericanos han estado marcadas por sus políticas cambiantes y reaccionarias a realidades de cada gobierno de turno. Colombia ha sido un ejemplo de dinamismo político internacional, donde la diplomacia se ha enfocado en interés políticos partidistas y no necesariamente en los intereses nacionales. Es por ello, que la gran potencia mundial nos reconoce como su importante aliado de la región, pero realmente pocas veces hemos tenido peso en posiciones políticas mundiales de gran trascendencia.

Colombia tuvo una exitosa década donde el Presidente Álvaro Uribe Vélez estrechó lazos con los Estados Unidos; las relaciones entre los dos países iban más allá del tema de narcóticos y guerra contra el terrorismo, se avanzó de manera importante en los temas de intercambio comercial, cultural y educativo, pero también se afianzó en la defensa de los valores democráticos, los derechos humanos y la democracia.

Hoy por el contrario el escenario de Colombia con sus relaciones internacionales es muy preocupante. Tras la más reciente visita del Presidente Santos a su homólogo de los Estados Unidos, Donald Trump, se notó un cambio sustancial en la política de los Estados Unidos a Colombia. Se ha retrocedido y da la sensación de que la agenda entre los dos países está marcada únicamente en el tema de la lucha contra el narcotráfico, esto debido al desastroso resultado del gobierno de Santos en la lucha contra las drogas, donde se calcula que hoy existen más de 200.000 hectáreas sembradas de cocaína en el país contrastadas con las 48.000 en el año 2012. 

Adicionalmente, la posición de los Estados Unidos en contra de la dictadura de Nicolas Maduro y el esfuerzo enorme para luchar contra el terrorismo y las drogas en todo el mundo, marca una distancia notable entre posiciones políticas de Santos y Trump. Generando un enorme desafío para Santos pues ha sido evidente el apoyo y complicidad de él con Maduro y  su responsabilidad en el proceso de impunidad con las Farc.

Aunque cualquier país del mundo apoyaría una iniciativa de paz en países donde existan conflictos, y los Estados Unidos con la administración de Obama apoyaba los diálogos de Cuba entre las Farc y Santos; Trump está conociendo a fondo el acuerdo, el cual fue rechazado por el pueblo colombiano, pero el gobierno Santos lo está implementando de manera ilegal, pisoteando la Constitución Política. Esto hará sin duda, que la posición de los Estados Unidos sea más dura y compleja para Colombia.
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Las relaciones entre ambos países deberían estar marcadas bajo una política amigable, donde las prioridades deben ser la cooperación comercial, la promoción de la justicia y la democracia. No debe caber la menor duda que los Estados Unidos serán exigentes con el gobierno colombiano en el obligatorio cumplimiento de justicia a los narco terroristas de las Farc, quienes hoy controlan el negocio de las drogas y han derramado tanta sangre. La preocupación está en la posición tomará Juan Manuel Santos su último año de gobierno tras siete largos años de apoyo a gobiernos socialistas de la región y un notorio alejamiento al gran aliado histórico, los Estados Unidos de América. 

Publicado en El  Heraldo de España - Junio 1, 2017


Colombia y Venezuela

Defensores de la democracia, la libertad, los Derechos Humanos y la paz, se han unido para exigir en Venezuela un cambio inmediato y salir del régimen nefasto del Socialismo del Siglo XXI que representa hoy Nicolas Maduro. Incluso, muchos colombianos hemos elevado nuestra voz para que se aplique la Carta Democrática de la Organización de Estados Americanos  y no se siga violentando en contra de los ciudadanos que pacíficamente están en las calles protestando.

Pero la crisis venezolana, que cada día nos aterroriza más, tiene un ingrediente que genera mucha preocupación a los colombianos, y es la similitud de los problemas.

Y no es para menos, es claro que el gran aliado de la región de las Farc es Nicolas Maduro, quien además de albergarlos desde hace años cuando eran buscados por nuestras Fuerzas Militares para capturarlos, hoy en día son los principales aliados políticos armados del régimen venezolano en Colombia. Incluso, la ayuda trasciende al nivel económico con los ya bien conocidos nexos de tráfico de drogas entre las Farc y militares de alto rango en Venezuela. Esas Farc que hoy reciben indulto y tratamiento especial por el gobierno de Juan Manuel Santos.

Venezuela tiene hoy a su máximo dirigente preso injustamente, Leopoldo López es un perseguido de manera infame por el régimen de Maduro. Además, hay cientos de opositores encarcelados, con juicios e inhabilitados. Igualmente pasa en Colombia, donde el aparato judicial es utilizado por el gobierno de turno para perseguir a la oposición democrática encabezada por el expresidente Álvaro Uribe, y judicializando de manera infame a los contradictores más importantes como Óscar Iván Zuluaga, Andrés Felipe Arias, Luis Alfredo Ramos, entre otros.

El régimen venezolano cierra canales de televisión, censura la prensa que cuestiona las acciones del gobierno, amordaza periodistas que valientemente comunican la realidad de Venezuela. Por otro lado, Juan Manuel Santos abiertamente culpa a los medios de comunicación por el pesimismo que los colombianos tienen hoy con el futuro de su país; incluso pide a los empresarios que hablen con los medios de comunicación para que moderen lo que comunican a los ciudadanos.

La crisis económica en Venezuela se debe a la falta de inversión privada, tanto nacional como extranjera. En Colombia los indicadores son alarmantes, la inversión ha caído dramáticamente empezando a generar una preocupación generalizada en temas económicos.

Finalmente, el debilitamiento de la institucionalidad en Venezuela es evidente, sus instituciones son controladas en su totalidad por el ejecutivo, generando claramente un golpe democrático a quienes con su voto han exigido un nuevo liderazgo. El ejemplo más claro es el desconocimiento a la Asamblea Nacional, la cual fue disuelta de manera abrupta, dando un golpe de estado. Colombia, no está alejado de un problema similar. El presidente Santos, desconoció de manera descarada e ilegal el resultado del plebiscito del pasado 2 de octubre de 2016. El hecho evidencia la clara intención de desconocer la voluntad del pueblo e imponer a como dé lugar los intereses del mandatario que hoy tiene un respaldo popular similar o quizás más bajo que del dictador Nicolas Maduro.

Pero, hay una similitud entre Venezuela y Colombia que se debe resaltar. Es la voluntad del pueblo para salir a la calle a exigir un cambio inmediato de gobierno. El pueblo colombiano marchó de manera exitosa el 1 de abril, mientras que el venezolano se concentró durante varios días del mes de abril, pero especialmente tuvo una multitudinaria marcha el día 19, donde exigió la renuncia de Maduro y un llamado a nuevas elecciones.

Colombia y Venezuela son países hermanos, comparten costumbres y tradiciones, pero hoy también comparten el desafío de defender la democracia y la libertad que está siendo violentada por los presidentes ilegítimos de cada nación. La única forma de lograr el cambio es mantenernos unidos, protestar de manera pacífica y presentarle a nuestros connacionales una propuesta de cambio para lograr una Venezuela y una Colombia distinta.



Publicado en El Heraldo de España - Mayo 1, 2017


jueves, 1 de junio de 2017

Marchar Para Cambiar

Hace cien años se llevó a cabo una de las protestas pacíficas de mayor impacto en los Estados Unidos, fueron miles de mujeres que por más de seis meses salieron de manera organizada a concentrarse diariamente frente a la Casa Blanca. Unas mujeres valientes que exigían al Presidente Thomas Wilson el derecho a votar. Solamente un año más tarde,  después de cambiar de postura el Presidente, el Congreso Estadounidense discutió y posteriormente aprobó la enmienda 19 a la Constitución, que prohíbe la discriminación de voto por razón de sexo.

En 1930, Mahatma Gandhi inició en la India una caminata de 390 kilómetros para protestar en contra el Imperio Británico. Este acto, conocido como la marcha de la sal, duró 23 días donde miles de jóvenes y demás ciudadanos se unieron de manera pacífica. Fue el comienzo de una larga lucha de 17 años para que la India obtuviera su independencia.

En Sudamérica se han presentado movimientos similares en las últimas dos décadas. Para destacar, ciudadanos de Venezuela, Ecuador, Brasil y Colombia han salido a las calles a protestar en contra de gobiernos, leyes, violencia o grupos terroristas. Tanto en Ecuador como Brasil las protestas que han llevado a la caída de presidentes. En Venezuela, millones han salido, en repetidas ocasiones, a marchar en contra de la dictadura del nefasto Socialismo del Siglo XXI; marchas que incluso el régimen ha utilizado para llevar a la cárcel a quienes promueven pacíficamente la manifestación en la calle en contra de la dictadura. Un bravo pueblo venezolano que tiene como lema “el que se cansa, pierde”.

Colombia por su parte, marchó en contra del grupo narcoterrorista de las Farc el 4 de febrero de 2008, una marcha sin precedentes en la historia de Colombia que hoy recordamos con patriotismo miles de ciudadanos que nunca nos doblegamos ante el terrorismo sanguinario de las Farc. También marchamos el 2 de abril de 2016 en contra de las negociaciones entre el gobierno de Juan Manuel Santos y los terroristas de las Farc. Y el pasado 1 de abril marchamos porque teníamos mil razones más para marchar por Colombia y salvar nuestra democracia.


El mundo de hoy exige más que un discurso, una actitud; es por ello que los ciudadanos nos debemos unir para defender la democracia, las libertades, los derechos humanos, rechazar el abuso de gobernantes, y ondear la bandera de nuestros países para que se mantenga el Estado de Derecho, el respeto a la justicia y lograr una paz real. 




Publicado en El Heraldo de España - Abril 1, 2017

Colombia y la Era Trump

Ha iniciado la era Trump para los Estados Unidos de América y el mundo. Sin lugar a dudas, el multimillonario empresario llegó a la Casa Blanca con un discurso centrado en el bienestar y progreso del pueblo norteamericano, con el principal propósito de consolidar nuevamente a los Estados Unidos como potencia mundial.

Y no es para menos, el legado internacional de Obama deja mucho que desear, principalmente para quienes creemos en la libertad, el orden y la democracia en nuestros pueblos. Obama, se alejó de aliados históricos como Inglaterra e Israel para buscar alianzas con gobiernos dictatoriales como el cubano y como consecuencia Estados Unidos dejó de tener un papel protagónico en el orden mundial y perdió el respeto que se le tenía internacionalmente ante la benevolencia con las tiranías.

Aunque aún existen dudas sobre el enfoque que le dará Donald Trump a la política internacional, lo que sí se puede asegurar es que la lucha contra el terrorismo, las tiranías y las drogas será frontal. Además, ya ha expresado su Secretario de Estado, Rex Tillerson, la búsqueda decidida para la transición a la democracia en Venezuela; algo que repercute directamente a Colombia y a las Farc, grupo narco terrorista aliado con la dictadura de Maduro.

El cartel de drogas más grande del mundo, debe tener enormes preocupaciones por la llegada de Trump a Washington, más aún con los últimos reportes de La Oficina de la Casa Blanca de la Política Nacional para el Control de Drogas, donde se evidencia un significativo aumento de los cultivos de cocaína en nuestro país, superando la línea de doscientas mil hectáreas (record histórico) y la consideración del narcotráfico como conexo al delito político, derivado precisamente del mal acuerdo firmado por Juan Manuel Santos y las Farc.

Adicionalmente, Estados Unidos revisará con detenimiento la justicia paralela procedente de los acuerdos con las Farc, donde responsables de crímenes de lesa humanidad recibirán impunidad total. Este grupo de criminales que hoy son pedidos en extradición por la justicia norteamericana por delitos atroces, no pagarían un solo día de cárcel y podrían acceder a cargos públicos, algo que un presidente con mano dura como Donald Trump no lo verá con buenos ojos.

Las relaciones entre Colombia y Estados Unidos tendrán que avanzar con una diplomacia responsable y sincera. Dejando atrás precisamente las artimañas a las que nos tiene acostumbrado Santos al tener un discurso internacional diferente a lo que dice y pasa realmente en el país.

Es por ello que es responsabilidad de los líderes democráticos que tiene Colombia y los que vivimos en Estados Unidos, recordarle al gobierno de Donald Trump que nuestro país votó mayoritariamente por el NO en el plebiscito el pasado 2 de octubre en contra de un mal acuerdo, y que lo firmado 40 días después no incluyó los cambios de fondo que exigió el pueblo, además, señalar que Colombia está en una crisis política, social y económica debido a un corrupto gobierno de Juan Manuel Santos.

Con la llegada de Donald Trump al poder el nuevo orden mundial cambió drásticamente, es tiempo de alianzas entre gobiernos democráticos, que respetan los Derechos Humanos, la libertad y la justicia. Colombia, bajo el gobierno Santos, tiene serias dificultades para afianzar esa cooperación con los Estados Unidos. Sin embargo, nuestro país tiene la oportunidad histórica de que el péndulo vuelva a girar a la derecha y la subida certera al poder en el 2018 del Centro Democrático permita volver gozar una democracia admirada, una economía prospera, una confianza internacional sólida y un respeto impecable de la justicia.

Esta es la única forma que Donald Trump y los Estados Unidos vuelvan a tener confianza con su aliado histórico del continente.



Publicado en La Tribuna Col-US - Enero 30, 2017
http://latribunacolus.com/opinion-1/colombia-y-la-era-trump/