Un espacio donde se discutirá sobre temas políticos Colombianos e internacionales, buscando mas participación ciudadana y crear conciencia para un mejor futuro.

viernes, 20 de julio de 2012

¡Alerta Roja!


Preocupan las cifras reveladas  en el estudio del Dr. Alfredo Rangel, director del Centro de Seguridad de la Universidad Sergio Arboleda, correspondientes al primer semestre del 2012 comparadas con las del año anterior en igual periodo. Se señala que el ejército colombiano está a la defensiva; que se ha incrementado en un 6% el ataque a la infraestructura nacional, siendo un  20% mayor al sector petrolero, convertido hoy en objetivo militar por parte de la guerrilla. Del 2011 al 2012 se ha incrementado en un 116% los ataques a oleoductos.  Se han presentado 160 ataques contra la Fuerza Pública. Los retenes ilegales crecieron  el  200%. Se reconoce presencia guerrillera en 155 municipios. Los ataques de la guerrilla se presentan frecuentemente en Cauca, Antioquia, Arauca y Norte de Santander. 

Estos datos señala el Dr. Rangel, son recogidos de cifras de fuentes oficiales y de periódicos de provincia a donde no llega la mermelada. Nada se dice en la gran prensa de Bogotá por razones obvias que no le interesa registrar estos hechos; solo aquellos hechos que favorecen al gobierno como lo es la de disminución de homicidios cuyo quiebre se inicio en el año 2008, donde se tomaron medidas efectivas. El Gobierno ha tenido mucho cuidado en difundir los datos solamente de los dos últimos años, por falta de honestidad.

Adicionalmente, la semana pasada la Fundación País Libre presentó las cifras de secuestro en el primer trimestre del año 2012 y comparadas con el mismo periodo del año anterior. Se registra un incrementado del 10% (sin incluir los datos de Abril y Mayo los resultados son preocupantes). El gobierno en su defensa, manifestó su disgusto con las referidas cifras presentadas,  las tildó de injustas. La realidad es que somos los colombianos quienes nos parece injusto que el gobierno en vez de aceptar esta preocupante realidad y tomar medidas efectivas en materia de seguridad, continúe buscando a quien señalar sus pobres resultados a personas que le recalcan sus errores y que no es cuestión de percepción precisamente, como nos lo quiere hacer ver.                     . 

Los hechos violentos en Cauca y la improvisación del gobierno para solucionar los problemas que se presentan son de alerta roja en todo el país. Las consecuencias ante la pésima labor del gobierno en el Cauca y otras regiones  indígenas; terminan generando más violencia. La inversión disminuye, el turismo se pierde, la economía se contrae. Desafortunadamente, el gobierno continuó con una agenda oscura que nada bueno le trae al país. Cuando se pregunta por las misiones de León Valencia, asesor del gobierno en Nueva York o de  Baltasar Garzón, dos personajes con oscuro pasado; nada responden. Quieren callar a los que cumplimos con el sagrado derecho de informar desde la otra orilla, a los ciudadanos que protestamos por la falta de liderazgo y buena ejecución de políticas del gobierno, con evasivas y ataques nos tildan de manos negras, tiburones y frases descalificadoras para ocultar la verdad. 

¡Que no callen a los ciudadanos mientras matan soldados y policías! mientras sometan a nuestras Fuerzas Militares a penas infames y les construyen prontuarios injustos e inmerecidos. Más de doce generales están injustamente en las cárceles, doce mil soldados denunciados penalmente por cumplir con su deber, y no encontrar un gobierno que los respalde y proteja.

Juan Manuel Santos, decidió privarlos de una Justicia Penal Militar, como la tienen casi todos los países del mundo. Ese artículo de la Corte Penal Militar, como lo señaló el Presidente Uribe meses atrás, era lo único rescatable de la fallida Reforma a la Justicia. Y como para volverse uno loco, el presidente Santos manda mensajes pidiendo que no se haga política con el terrorismo y solicitando apoyo a la Fuerza Pública.  Justo ese apoyo que él no ha querido darles por esa terquedad manifiesta de prevalecer la ingenua intención de dialogar con el terrorismo.                      .

Es  inaceptable  que el gobierno y sus aliados nos vendan el cuento que en el gobierno de Uribe existía una percepción de seguridad; mientras que en el gobierno de Santos existe una percepción de inseguridad. Las cifras y estadísticas hablan por sí solas y por tozudas son incontrovertibles. 

Puro Centro Democrático


Solo faltan dos años para  elecciones legislativas y presidenciales;  los colombianos ya  empezamos a vivir el fervor de la democracia; se empiezan a oír nombres de quienes aspiran a ser nuestros nuevos líderes que tomarán, muy pronto, las riendas del país. Ya empiezan a tomar posiciones y mostrarse las diferentes opciones presidenciales con que se encuentra polarizado el país. El reencauchado partido Liberal  seguramente propondrá la reelección de Juan Manuel Santos, de no ser así lanzaran el llamado "plan B oficial" lleno de mermelada y regalos de casas; encarnado por el oportunismo político del hoy investigado por vínculos con el paramilitarismo  el Ministro Vargas Lleras. En el otro extremo,  la izquierda del Polo solo tiene a  Clara López con reconocimiento nacional. Y en todo el Centro del espectro político, están las tesis y programas exitosos del Presidente Álvaro Uribe; quien el pasado 5 de Julio, en el Homenaje a Fernando Londoño, invitó a Óscar Iván Zuluaga, Marta Lucia Ramírez  y otras prestantes personajes a que se lancen al ruedo  e inicien el recorrido para que el país los conozcan bien.

Esto es lo que hay y es acertado que los colombianos iniciemos a analizar el panorama político y la coyuntura actual con un gobierno que en dos años retrocedió diez y más; es por ello que debe existir una reflexión importante del elector primario, para que asuma y tome el compromiso en forma responsable sabiendo de antemano que estamos decidiendo sobre un mejor futuro para las nuevas generaciones del país.

Las Tesis del Puro Centro Democrático son sencillas  y probadas con éxito. Colombia requiere volver a una política de Seguridad Democrática. Durante los 8 años, se implementó todo una política oficial con la seguridad ciudadana; los índices de seguridad mejoraron, se redujo el terrorismo, las tomas de los pueblos, y los alcaldes volvieron a sus pueblos donde fueron elegidos, pudimos volver a viajar por las carreteras del país.  La presencia de nuestras Fuerzas Militares en todo el país era permanente y se ganaron el respeto y aprecio por parte de los ciudadanos, admiración que hoy perdura. Pero, durante los dos últimos años esa política se ha debilitado de manera significante y ha  generado una preocupación manifiesta por los anuncios presidenciales y sospechas fundadas y no suficientemente aclaradas de una negociación bajo la mesa, cuyos resultados incontrovertibles son, más protagonismo de los terroristas y sus voceros y una laxitud por parte del gobierno impulsando costosas leyes donde busca contemporizar y halagar a los narco terroristas: precedente sumamente grave para nuestra democracia.

Consecuentemente con una seguridad que se deteriora día a día la inversión extranjera se retrae y disminuye. Los colombianos debemos tener un gobierno que abra espacios para la inversión.

Devolviéndole al inversor confianza, políticas responsables, con reglas claras, sin amenazas de incrementos impositivos o disfraces de reformas tributarias. Con estos  cambios mejoraríamos en temas de empleo bien remunerado y emprendedurismo. Debemos volver a analizar  temas como la economía mundial que cada vez es más compleja y la incidencia e incertidumbre que genera la colombiana, que pasó de ser austera en la presidencia de Uribe, a la manisuelta  y derrochadora de Juan Manuel Santos. Con crisis económicas mundiales, con panoramas oscuros en las mayores economías del mundo, el país no se puede dar el lujo de convertirse en un Estado derrochador. Es inaudito que elactual gobierno en su afán de gobernar cómodamente, haya creado más de 11000 nuevos empleos burocráticos, generando billones de pesos adicionales en sueldos para empleados estatales.  Se requiere una política austera donde el Estado gasta menos y se convierte en un ente eficiente que blinde nuestra economía ante futuras crisis.

La cohesión social debe ser un tema de acción no de promesas como lo convirtió el gobierno de Juan Manuel Santos. La política colombiana se debe apartar del populismo de algunos dirigentes políticos, que hacen grandes promesas pero carecen de una verdadera ejecución de políticas efectivas para reducir los índices de pobreza del país. No podemos caer en la onda latinoamericana donde se prometen carros, casas, celulares, iPads y otros productos que no generan un beneficio para la población pero si son muy llamativos para sacar votos y subir en las encuestas.

Finalmente, la participación de todos los colombianos debe volver al centro de la política colombiana. No podemos continuar con tesis centralistas, donde el gobernante solo se nutre de los comentarios en cocteles capitalinos. Se requiere una actitud de un gobierno que hable y escuche a toda la población. Trabajar por el bien de todos los ciudadanos ubicados en las regiones por apartadas que ellas estén de Bogotá.

Tesis como las presentadas por el presidente Uribe son el  Puro Centro Democrático; aplicadas por él, con éxito. Que le devolvieron a los colombianos un reconocimiento internacional de pueblo serio y comprometido, y de instituciones sólidas que trabajan por los intereses nacionales. La seguridad democrática, la confianza inversionista, la cohesión social, la austeridad estatal y la participación ciudadana, deben ser los pilares para desarrollar una Patria justa, en paz y próspera. No más retrocesos, debemos recuperar el rumbo perdido.

Mermelada y Casas



Nuevamente Colombia transita por una difícil situación de miedo y desconfianza que se creían superadas, que desafortunadamente sufrimos hace 10 años y más. Toda una labor exitosa de Seguridad Democrática, fue destruida en apenas dos años de desaciertos y equivocaciones. Los tres pilares de la democracia se amangularon para repartirse prebendas y beneficios. Dilapidando la herencia dejada por el anterior ministro de economía del gobierno de Álvaro Uribe, el admirado y exitoso Óscar Iván Zuluaga.

En el campo Internacional, Juan Manuel Santos delata un afán fotogénico, en sus constantes paseos y viajes que programa con tal de figura como líder de paz. Las relaciones internacionales se han manejado en forma meliflua aliada a las políticas del tirano de al lado, que tiene un peligroso proyecto expansionista. Las relaciones internacionales hoy son vergonzosas; la foto y amistades del gobierno anterior era con los presidentes de Estados Unidos e Inglaterra; hoy son con presidentes de países donde la democracia es muy cuestionable, y peor aún, países que tienen vínculos con grupos terroristas, incluyendo FARC y ELN, para señalar únicamente los colombianos; terroristas estos que tanto daño le han hecho a nuestra nación.  

Pero el problema no queda ahí, las instituciones recelan unas de otra. El ejército está maniatado por la jauría izquierdista que los denuncia injustamente ante el beneplácito del presidente que se ufana de tener la llave de la paz. Todo gracias a que el gobierno junto al congreso, algunos magistrados y el Fiscal General de la Nación, impulsaron el Marco Jurídico para la Paz, una ley en que no solo deja espacios para que narco terroristas tengan impunidad y participen en política, sino que iguala a nuestras muy respetadas Fuerzas Militares con los terroristas. Actos que repudiamos todos los colombianos de bien, y sospechan que al igual que la malograda Reforma Constitucional a la Justicia, ésta ley tiene colgada toda una manada de simios. 

Para completar la manguala, el país asiste perplejo a la feria populista que día a día nos presenta el presidente y varios de sus ministros estrellas. El mejor ejemplo es Germán Vargas Lleras que impulsa una ley de viviendas para regalar 100 mil casas a los más pobres del país. Aunque el dinero de esas casas saldrá de los bolsillos de todos los colombianos que pagamos impuestos, el ministro con discurso eufórico lo muestra como una gran labor social. La ley colombiana prohíbe repartir bienes de la nación, pero eso no le importa al ejecutivo; además, este acto es rechazado por expertos internacionales que tildaron la iniciativa como populista y poco pragmática par nuestra sociedad; vamos por caminos azarosos del socialismo del siglo XXI.  

Entramos nuevamente a la incertidumbre de la década de los 90, perdimos el rumbo y crece la desconfianza. Hoy la gran mayoría de los colombianos aprobamos la excelente labor de nuestras Fuerzas Militares, pero somos conscientes de que el liderazgo político de la última década se ha perdido. Este gobierno no sólo es de puro "pan y circo" sino que lo transformó en la muy populista "mermelada y casas” que conllevará a resultados nefastos para Colombia.