Después del largo debate y finalmente la aprobación de la ley de víctimas, nos quedo a muchos colombianos un sabor agridulce. Para Colombia y su camino a la paz, es indispensable tener una ley donde las víctimas de la violencia y el terrorismo fueran los protagonistas principales, no solo por la imagen que esto da en el exterior sino por una deuda moral que tiene el Estado con millones de colombianos que han sufrido el flagelo de la violencia. Pero también quedó demostrado que en el afán de mostrar una imagen de paz, se están abriendo espacios para perder la guerra contra grupos terroristas sin ideología, macabros y manipuladores.
La ley de víctimas falla en varios puntos a saber. El primero es el de declarar la existencia de un conflicto armado interno; el marco para este reconocimiento no solo no se da, sino que es una forma de acomodar un proceso de paz en un futuro no muy lejano y darle un espacio político y beligerante a unos grupos terroristas que permanentemente violan el Derecho Internacional Humanitario. Abrir las puertas para que estos grupos pidan ser reconocidos internacionalmente como beligerantes, da la posibilidad para que tengan oficinas en el exterior, mayor protección e intermediarios para su deseo de tomarse el poder a toda costa. Un retroceso de más de 12 años.
En segundo lugar, al poner en el mismo nivel las víctimas que se presentan por parte de organismos del Estado, en muchos casos accidentales, a las víctimas de los grupos terroristas. En Colombia existen unas Fuerzas Armadas valientes que luchan día a día contra grupos terroristas violadores de Derechos Humanos, torturadores, secuestradores y asesinos que atacan las poblaciones más indefensas del país, terroristas que se escudan en la población civil y que siembran minas que mutilan y matan inocentes. Nuestras fuerzas han reivindicado su honor y reconocimiento durante los últimos 9 años gracias a una larga tarea de reconstrucción de los mandos y tropas, como también gracias a los innumerables logros que han tenido en el campo de combate permitiéndole así brindarle seguridad a millones de colombianos. A pesar de eso, existen casos donde se presentan abusos de autoridad, pero estos no deberían ser puestos al mismo nivel de los actos terroristas y atroces por parte de los grupos al margen de la Ley. La moral de las tropas se debe mantener en alto, ellas merecen todo nuestro agradecimiento y respeto.
Otro de los puntos donde la ley deja un sabor amargo, es en la parte de indemnización para las víctimas. No cabe la menor duda que la reparación a las víctimas es la justicia, la verdad y la garantía de no repetición de actos violentos. Una entrega de dineros del Estado debe ser parte de la reparación, pero debe estar claramente señalado en la Ley de dónde van a salir estos dineros y cuánto va a ser el total destinado con este fin. Estas partidas presupuestales no se pueden convertir en una bola de nieve, donde se daría pie a crear el mayor déficit fiscal del país, que necesita tantos recursos para seguir garantizando seguridad, ampliar educación, mejorar el sistema de salud y desarrollar más infraestructura. Eso es parte de una verdadera reparación para una nación de más de 50 años de constantes ataques terroristas a los gobiernos democráticos. Aun no se ha precisado cuánto costará esta ley y qué recursos se apropiaran para cumplirla.
Por último, la ley de víctimas nos abre una pregunta a muchos colombianos, que estamos despertando del engaño. - ¿A quién elegimos en las elecciones del año 2010? La mayoría de senadores y el presidente de la República traicionaron a sus electores, abandonaron las banderas e ideales por las que fueron elegidos en Junio de 2010. Una traición en busca de un oportunismo internacional, donde se olvida el verdadero interés nacional. Lo que el pueblo no olvida es que se presentaron con las tesis y el aval del entonces presidente Álvaro Uribe y hoy impulsan tesis justo de los detractores y opositores de su pensamiento realizaciones y tesis. ¡Qué vergüenza!
¿Tendrán el valor nuevamente estos senadores en pedirle apoyo al presidente Uribe para futuras elecciones? ¿Seguirán con una doble moral para seguir consiguiendo votos? Ya lo dijo nuestro premio Nobel de literatura García Márquez, “se puede ser infiel, pero nunca desleal.”