Solo faltan dos años para elecciones legislativas y presidenciales; los colombianos ya empezamos a vivir el fervor de la democracia; se empiezan a oír nombres de quienes aspiran a ser nuestros nuevos líderes que tomarán, muy pronto, las riendas del país. Ya empiezan a tomar posiciones y mostrarse las diferentes opciones presidenciales con que se encuentra polarizado el país. El reencauchado partido Liberal seguramente propondrá la reelección de Juan Manuel Santos, de no ser así lanzaran el llamado "plan B oficial" lleno de mermelada y regalos de casas; encarnado por el oportunismo político del hoy investigado por vínculos con el paramilitarismo el Ministro Vargas Lleras. En el otro extremo, la izquierda del Polo solo tiene a Clara López con reconocimiento nacional. Y en todo el Centro del espectro político, están las tesis y programas exitosos del Presidente Álvaro Uribe; quien el pasado 5 de Julio, en el Homenaje a Fernando Londoño, invitó a Óscar Iván Zuluaga, Marta Lucia Ramírez y otras prestantes personajes a que se lancen al ruedo e inicien el recorrido para que el país los conozcan bien.
Esto es lo que hay y es acertado que los colombianos iniciemos a analizar el panorama político y la coyuntura actual con un gobierno que en dos años retrocedió diez y más; es por ello que debe existir una reflexión importante del elector primario, para que asuma y tome el compromiso en forma responsable sabiendo de antemano que estamos decidiendo sobre un mejor futuro para las nuevas generaciones del país.
Las Tesis del Puro Centro Democrático son sencillas y probadas con éxito. Colombia requiere volver a una política de Seguridad Democrática. Durante los 8 años, se implementó todo una política oficial con la seguridad ciudadana; los índices de seguridad mejoraron, se redujo el terrorismo, las tomas de los pueblos, y los alcaldes volvieron a sus pueblos donde fueron elegidos, pudimos volver a viajar por las carreteras del país. La presencia de nuestras Fuerzas Militares en todo el país era permanente y se ganaron el respeto y aprecio por parte de los ciudadanos, admiración que hoy perdura. Pero, durante los dos últimos años esa política se ha debilitado de manera significante y ha generado una preocupación manifiesta por los anuncios presidenciales y sospechas fundadas y no suficientemente aclaradas de una negociación bajo la mesa, cuyos resultados incontrovertibles son, más protagonismo de los terroristas y sus voceros y una laxitud por parte del gobierno impulsando costosas leyes donde busca contemporizar y halagar a los narco terroristas: precedente sumamente grave para nuestra democracia.
Consecuentemente con una seguridad que se deteriora día a día la inversión extranjera se retrae y disminuye. Los colombianos debemos tener un gobierno que abra espacios para la inversión.
Devolviéndole al inversor confianza, políticas responsables, con reglas claras, sin amenazas de incrementos impositivos o disfraces de reformas tributarias. Con estos cambios mejoraríamos en temas de empleo bien remunerado y emprendedurismo. Debemos volver a analizar temas como la economía mundial que cada vez es más compleja y la incidencia e incertidumbre que genera la colombiana, que pasó de ser austera en la presidencia de Uribe, a la manisuelta y derrochadora de Juan Manuel Santos. Con crisis económicas mundiales, con panoramas oscuros en las mayores economías del mundo, el país no se puede dar el lujo de convertirse en un Estado derrochador. Es inaudito que elactual gobierno en su afán de gobernar cómodamente, haya creado más de 11000 nuevos empleos burocráticos, generando billones de pesos adicionales en sueldos para empleados estatales. Se requiere una política austera donde el Estado gasta menos y se convierte en un ente eficiente que blinde nuestra economía ante futuras crisis.
La cohesión social debe ser un tema de acción no de promesas como lo convirtió el gobierno de Juan Manuel Santos. La política colombiana se debe apartar del populismo de algunos dirigentes políticos, que hacen grandes promesas pero carecen de una verdadera ejecución de políticas efectivas para reducir los índices de pobreza del país. No podemos caer en la onda latinoamericana donde se prometen carros, casas, celulares, iPads y otros productos que no generan un beneficio para la población pero si son muy llamativos para sacar votos y subir en las encuestas.
Finalmente, la participación de todos los colombianos debe volver al centro de la política colombiana. No podemos continuar con tesis centralistas, donde el gobernante solo se nutre de los comentarios en cocteles capitalinos. Se requiere una actitud de un gobierno que hable y escuche a toda la población. Trabajar por el bien de todos los ciudadanos ubicados en las regiones por apartadas que ellas estén de Bogotá.
Tesis como las presentadas por el presidente Uribe son el Puro Centro Democrático; aplicadas por él, con éxito. Que le devolvieron a los colombianos un reconocimiento internacional de pueblo serio y comprometido, y de instituciones sólidas que trabajan por los intereses nacionales. La seguridad democrática, la confianza inversionista, la cohesión social, la austeridad estatal y la participación ciudadana, deben ser los pilares para desarrollar una Patria justa, en paz y próspera. No más retrocesos, debemos recuperar el rumbo perdido.
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